Importa decir que nos toca a todos cuidar de la creación, obra maravillosa de Dios para beneficio del hombre. No ha de invadirnos el egoísmo de hacer uso desmedido de los bienes naturales (agua, electricidad, árboles...), sin pensar en los que vendrán después: no es lo mismo gastar un litro de agua que dos, o tener encendidas todas las luces cuando me basta con una o dos. ¡Cuánto cuesta limpiar el lago de Atitlán ahora, cuando se hubiera podido llegar al alto grado de contaminación actual!
Recuerdo el empeño de un sacerdote (sic.) de que clasificáramos la basura para su posterior y fácil reciclaje. ¡Cuanto cuesta hacerse con el hábito!
Les dejo con este video muy bonito que me enviaron hace algunos días, y ojalá nos conciencie de tomar parte en el cuidado de las cosas que tenemos.
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