Todavía estamos en noviembre, sin aún haber comenzado el tiempo de Adviento, y ya se respira un ambiente comercial navideño.
Puesto que todavía estamos en el mes de noviembre, en los últimos días, escribo todavía unas breves líneas sobre las postrimerías, sobre el fin del hombre.
Ha venido a mi memoria una película titulada “Amar la vida”, en la que Emma Thompson interpreta magistralmente el papel de Vivian Bearing, una distinguida profesora universitaria de literatura inglesa. La vida de esta intelectual da un vuelco al enterarse que tiene un cáncer terminal. Los libros y su inteligencia han creado alrededor de ella una burbuja protectora, que se rompe al toparse con el duro golpe que la vida le depara.
Sus estudios y su cátedra se inclinaron por la poesía inglesa del siglo XVII, especialmente por John Donne. Un poema sirve para hilar la película mencionada, poema que escribiré más abajo.
Como decía, considerando las postrimerías, nos viene bien pensar en lo que nos vendrá inexorablemente a todos, a su debido tiempo.
Éste es el poema: “Muerte no te enorgullezcas, / aunque algunos te llamen poderosa y terrible, / puesto que nada de eso eres; / porque todos aquellos a quienes creíste abatir no murieron, / triste muerte, / ni a mí vas a poder matarme, / esclava de lado, / la fortuna, los reyes y los desesperados, / si con veneno, guerra y enfermedad y amapola o encantamiento / se nos hace dormir tan bien y mejor que con tu golpe, / de qué te jactas, / tras un breve sueño despertamos a la eternidad y / la muerte dejará de existir, / muerte morirás” (John Donne).
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