Josep María Torras (“Acercarse a Jesús con María”) me ha sugerido una idea: considerar la persona y la misión del Ángel Custodio de María.
Todo miembro de la humanidad, toda persona que nace, como enseña el Catecismo, tiene asignado un ángel que le cuida desde ese inicio hasta el final de su vida sobre la tierra. La Virgen María, quizá haya tenido muchos ángeles a su servicio, pero uno en particular ejercía el cuidado que le correspondería como Ángel Custodio suyo.
¡Qué dicha la de ese Ángel! Acompañar y proteger y recrearse en la “Obra maestra de Dios”. Como hace todo Ángel Custodio, habrá sugerido a oídos de la Virgen hacer muchas cosas buenas, y recibiría la alegría de ser seguida la sugerencia; habrá tenido algún trabajo, como es de suponer, para apartar de algún peligro a la Virgen, aunque ninguno para apartarla de un peligro de ofender a Dios, por especial gracia recibida en su Inmaculada Concepción.
Recibiría, además, las confidencias de la Virgen, porque Ella sabía que tenía un ángel y cultivaría su trato con él. En los momentos más dolorosos de la vida de María habría “sufrido” también, y la acompañaría en su dolor; y en su Asunción gloriosa, ocuparía un lugar sobresaliente en la corte angelical que la rodearía.
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