La primera peregrinación a la cuna de san Francisco Javier realizada ayer tuvo una afluencia de más o menos once mil personas. De las intenciones de las “javieradas” ya escribiremos en otro momento.
En la celebración eucarística, el Arzobispo de Pamplona animó a los católicos a decidirse más por el seguimiento estrecho con Jesucristo: "Habéis hecho kilómetros hasta aquí llenos de esfuerzo y trabajo para conseguir llegar a Javier, la meta; que a su vez es Jesucristo”. Rememoró el Arzobispo la famosa frase que San Ignacio de Loyola dirigió al san Francisco Javier en su juventud, cuando ambos estudiaban en París, abriéndole los ojos a la reflexión y, posteriormente, a la vocación. Dijo el Arzobispo: "como le dijeron a Javier, de qué nos sirve ganar el mundo si perdemos el alma. Del mismo modo os digo que no penséis en medrar en esta vida. En última instancia, la soberbia no lleva más allá de la tristeza".
Pero también aludió a la nueva ley del aborto recién aprobada en España. D. Francisco Pérez , en las últimas frases de su homilía, denunció las injusticias con los más débiles. Fue especialmente duro en el caso del abuso con los no nacidos: "Abandonemos ese camino de cerrazón y suficiencia y detengámonos a escuchar el grito de los que no tienen voz: los desdichados, los pobres, los forasteros, los que aún no han nacido". Sus palabras fueron muy explícitas al dirigirse a los responsables políticos que han abanderado la reforma legal del aborto. "La altanería y la prepotencia humanas no tienen límite. Son infinitas y se plasman en estas leyes de muerte que ahora pretenden imponernos, en una de las mayores injusticias nunca legisladas en este país. (...) Hay que defender la vida humana desde el mismo momento de la concepción".
A los jóvenes les dijo: "En este mismo castillo, Juan Pablo II os definió en 1982 como la esperanza de la Iglesia y de la sociedad. Enamoraos del Evangelio porque la felicidad que buscáis tiene un nombre propio: Jesucristo".
En este día en que se celebra el día internacional de la mujer, pedimos a Dios que se respete la dignidad de las mujeres, y que les premie cada esfuerzo en favor de los que tiene a cargo, especialmente a sus hijos.
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