He tenido un día de descanso en tan grata compañía.
He tomado unas pocas horas –haciendo un espacio en el trabajo intelectual– para compartir con unos amigos que viven en Logroño. Dentro de poco cumplirán sus bodas de oro.
Hemos hablado de mi tierra, también de esta tierra de España, y de amigos y de gente conocida.
Les ha salido tan natural decir: “a nosotros, gracias a Dios, las cosas materiales las tenemos de sobra, no nos hace falta nada, pero necesitamos cariño...”
El cariño es una regalo que todos necesitamos: gente rica y gente pobre, gente instruida y menos instruida, hombres y mujeres, pequeños y grandes..., todos.
En algunas ocasiones me he cuestionado: ¿qué tiene el sacerdote, su presencia, que aunque no concede bienes materiales, siempre conforta a quienes visita. Unas palabras, quizá torpes, dirigir una pequeña oración, un pequeño detalle..., todo es muy agradecido y recompensado.
Al final, el sacerdote es el que mejor recompensado sale.
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