Un amigo mío se desplazará a Madrid, me contaba, para hablar sobre “fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”. Esta intervención suya puede tener cierta dificultad si se piensa en que lo pronunciará delante de un grupo de laicos.
Cada vez estoy más convencido que la intención principal del Santo Padre, al convocar un Año Sacerdotal, es con vistas a la conscientización del propio sacerdote del don que ha recibido y, en consecuencia, que sea fiel; en un segundo lugar está que los fieles valoren el don de los sacerdotes, que también es muy importante.
El mensaje del Santo Padre para el Domingo del Buen Pastor vuelve sobre lo mismo: el testimonio del sacerdote. Con ocasión de la jornada de oración por las vocaciones vuelve a reiterarlo. Concretando más, el Santo Padre señala “tres aspectos de la vida del presbítero, que considero esenciales para un testimonio sacerdotal eficaz”: 1) la amistad con Cristo (la oración); 2) el don total de sí mismo (obediencia, entrega); y 3) vivir la comunión (el sacerdote, instrumento de unidad).
“Sé bien a quiénes he elegido” (Jn 13,18), hemos escuchado en el evangelio de la Santa Misa hoy. Se lo decía nuestro Señor a los Apóstoles, en la intimidad de la Última Cena. ¡Cómo debería resonar en los oídos, en la mente, en la vida de los sacerdotes!
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