Al regresar, quería aprovechar a comprar una postales. No era tarea difícil, porque por la Calle Mayor había abundantes tiendas de “souvenires”. Me paré en una, las postales estaban a la puerta. Escogí algunas y pasé a la caja para pagar. Entre tanto souvenir, había abundantes recuerdos de los equipos españoles de futbol.
Había dos tenderas, una peruana y la otra hondureña. Les pregunté yo alguna cosa, ellas me preguntaron otras. Hubo tiempo para hablar de cosas prosaicas y de cosas más sobrenaturales –intentando ponerme a su nivel de católicas escasamente practicantes–.
Les insistí en la educación de los jóvenes y en la oración a la Virgen.
He tenido la oportunidad de encontrarme con muchas personas de esta manera. Es casi imposible que me vea con ellas en otra ocasión. Si a alguna algo le ha quedado y le ayuda, ¡Bendito sea Dios!
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