Salí temprano de Pamplona, en mi viaje a Guatemala. Después de facturar la maleta y esperar un rato para poder abordar, escanearon nuestro equipaje de mano -todo lo que llevábamos encima, hasta los zapatos-. Al calzarme y tomar mis pertenencias, me dice un guardia: "Nos permite, padre, por favor. Lleva en la maleta una cosa extraña..." "¿Qué será?" me pregunté. La gente me quedó mirando... El guardia, con sus guantes de goma, fue apartando las cosas para buscar eso "extraño". Dio con ello: un buen puño de rosarios y decenarios (200) que venían en un paquete. "Es que vimos un objeto todo de metal -me dijo el guardia- y necesitábamos verlo". Era un arma, en efecto, pero no un arma mortal sino que es beneficiosa, contra los diablos que se planten delante.
Es un secreto a voces que el Santo Rosario es arma poderosa, también para los tiempos actuales. No hay que hacer más que releer que la Virgen Santa María lo recomendó vivamente, no sólo en Lourdes sino también en Fátima. ¡Que no nos dé vergüenza llevar un rosario con nosotros para rezarlo cuando podamos! Es una devoción que a nuestra Madre agrade mucho.
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