Así luce San Jorge, en una vista desde el Lago.
Es uno de los días más típicos de esta área. Después de la Santa Misa se rezan “los responsos” por los difuntos. Para la ocasión, la iglesia ha sido desalojada de bancos para poner, en la nave central, la costumbre: cada familia tiene una tabla, de tamaño regular, que sostiene dos filas de velas; está adornada con flores, frutas y/o verduras cocidas, vasos con agua gaseosa, y unos dineros. Antes de quitarme los ornamentos litúrgicos, debía pasar rezando un responso por los difuntos de la familia. Cada familia guarda cuidadosamente la lista de sus difuntos. Quizá sólo unos quince minutos me tocó emplear en ello.
Desde luego, no faltó ir al Cementerio del pueblo para rezar por los difuntos. El ambiente era festivo, también de unas costumbres llenas de fe.
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