Desde luego que éste no es mi carro. |
Me gusta conducir, pero casi siempre voy con prisa… Ésta suele ser la fama de los sacerdotes, llevados por la abundancia de trabajo y la escasez de sacerdotes. Como el hombre es un animal de costumbres, aunque a veces ya no se tenga prisa, se sigue conduciendo muy rápido, ojalá sea cada vez menos temerariamente…
En fin, en lo que toca a mí, tengo amplio campo para ejercer la paciencia, no sólo respecto a tenerla con los demás conductores, pues a veces su forma de conducir deja mucho que desear, sino también que no me entre la prisa a mí y sea un conductor ejemplar.
He tomado práctica en la conducción. Ojalá condujera mi vida y mi sacerdocio con igual destreza… Aunque, mejor lo dejo en manos “Del de arriba”, que no sólo me ayudará a guardarme bien de los peligros del camino sino que sabe mejor qué camino tomar para llegar a buen puerto.
Muchas gracias por brindarnos la fuente del éxito, ya que teniendo esos valores y la responsabilidad podremos conseguir cumplir nuestras metas.
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