Alegremente, no hay tiempo de respiro para hacer tontadas. Uno de los gajes del oficio -sacerdotal- es pechar con lo que venga. Durante estos días hemos estado ayudando, algunos sacerdotes, a predicar las meditaciones y charlas del retiro que está haciendo aquí un exalumno de este Seminario y que está a las puertas de su ordenación diaconal. Se trata de Tito Muralles, para quien le conozca.
No basta tener buena doctrina para predicar algo. Tampoco basta tener habilidad retórica para transmitir algo, si no se tiene qué transmitir. Total, los escasos años de sacerdocio que voy sumando me ayudan a decir algunas cosas, confiando en que la oración haga más y el Espíritu Santo se sirva de ello (cfr. Nm 22,22ss.) para ayudar al candidato al diaconado.
Por mi parte, me siento feliz de volver a ver a Tito, la misma alegría que tengo cuando vuelvo a ver a un exalumno asomarse por aquí.
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