Los alumnos del Trienio, con el P. Julio, profesor |
En mi labor de profesor me ha tocado hoy pasar el último examen a los de Teología, en la materia de Pentateuco y Libros Históricos, ya que mi área es la Sagrada Escritura.
Intenté hacer un examen que expresara lo más importante de los contenidos vistos, pero que no sea complicado para los alumnos.
Alguno decía, comentando el hecho de que algunos vuelven a sentarse en el “banquillo” del alumno en estudios universitarios, que los profesores sacerdotes pagan lo que han hecho con los alumnos.
Viéndolo desde su “lado amable”, es una gran alegría sentarse en el lugar de los alumnos y aprender, aprender, aprender, sin más preocupación que el de entregar cuentas de lo que, en principio, se ha aprendido.
Desde luego que estoy siendo algo benevolente en la calificación y en la adjudicación de notas. Espero que, dado el caso, Dios se apiade de mí en el Purgatorio.
Gaudeamus igitur
iuvenes dum sumus.
Post iucundam iuventutem,
post molestam senectutem,
nos habebit humus...
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