El sábado va a ser gran día: según los estudios realizados, seremos siete mil millones de habitantes sobre la tierra. A propósito de ello, se han elevado voces de alarma sobre el crecimiento poblacional, que ha tenido y tendrá impacto también en nuestro país. Ya me habían advertido que la editorial de Prensa Libre había tomado partido, bastante tendente y claro, sobre el tema de la natalidad.
Con aires de progresismo y en el papel que se ha arrogado de dirigir las conciencias, la editorial del día de ayer viene a decirnos que hay que reducir la tasa de natalidad, incluso a precio de pasar por encima de “criterios religiosos y éticos”.
Dice literalmente: “El aumento desmedido de la población guatemalteca se manifiesta en los números: se ha duplicado en unos veinte años, pero en ese mismo lapso no se han duplicado los servicios indispensables para mejorar la calidad de vida, y además, los efectos de la falta de educación y de la cantidad de personas se sienten cada vez con mayor fuerza en el medio ambiente nacional”.
Recuerdo que aquel analista, economista y catedrático, afincado en Kenia, decía que la riqueza de una nación es su pueblo: cuánto me gustaría decirles a la gente y a los medios –lo hago desde este modesto medio- que la solución no es reducir el número de hijos sino ser más honrados en el gobierno, ser más solidario y caritativo, aprovechar las oportunidades que nos brinda nuestra hermosa tierra.
Si somos pobres, no es porque ya no haya recursos sino porque, viviendo en el “país de la eterna primavera”, no priorizamos temas como la educación, el trabajo, la familia.
Para quien quiera corroborar lo que dice Prensa Libre, pinche aquí.
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