¿Qué dirá Cristo, que oró con estas
palabras: “que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti”, viendo que
tantos nos arrogamos el nombre de cristianos y estamos tan divididos?
Es
fácil echarle la carga al vecino.
Si cada uno puede colaborar a distintos
niveles en la construcción de la unión de los que se precian de cristianos,
podría servirles lo siguiente para la reflexión.
Resaltar lo positivo de los demás. Comprender
las debilidades o fallos de las personas. Corregir con caridad, buscando su
bien. Pequeños servicios. En fin: AMAR.
Mañana celebraremos la Conversión del
Apóstol san Pablo. Él nos da ejemplo, y puede ayudarnos con su intercesión, de
buscar la Verdad, pues, hallándola, se comprende el resto y se quiere el bien
de todos.
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