A un grupo de muchachas –un grupo pequeño-
le he predicado, ya la segunda vez, un retiro de corto tiempo, ya que todos
tenemos tanto qué hacer, ellas también, que no da para más. Claro, si nos lo propusiéramos,
sería un poco más largo y provechoso.
El asunto es que les proponía que
deberíamos dedicar un rato así, casa mes, a tratar algo más intensamente a
Dios. Les hablé de vida cristiana, del rato de oración que debemos hacer, de la
presencia de Dios, del examen de conciencia, del evangelio...
Habrían los ojos como platos cuando les
predicaba que Dios quería tener un trato más asiduo con cada una, que las
quería, que las buscaba...
¿Retiro espiritual para laicos? Claro, si
ellos acceden y creen en su importancia. ¡Que prueben...!
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