Ésta fue la oración de Cristo, según lo
recoge san Juan en su evangelio: “que todos sean una sola cosa”. Te lo
recuerdo, ya que estamos en este Octavario de oración por la unidad de los
cristianos.
Por parte de uno hay muchas formas de
ayudar a la unidad de los cristianos, desde la oración –que es lo más
importante; la frase del título es la oración de Cristo a su Padre Dios-, hasta
el esfuerzo por ayudar a la convivencia pacífica o resaltar lo positivo de los
demás o comprender, sencillamente.
Pero una cosa es comprender y otra es ceder
en la Verdad. La Verdad es inamovible, intransigencia con la verdad, pero transigentes con las personas, es decir, comprender a las personas pero no sus errores.
San Pablo exhortaba a Timoteo de esta
manera: “Guarda el depósito a ti confiado” (1Tm 6,20), es decir, el depósito de
la fe confiado al discípulo. A este respecto comenta San Vicente de Lerins: “¿qué
es el depósito? Es lo que tú has creído, no lo que tú has
encontrado; lo que recibiste, no lo que tú pensaste; algo que procede, no del
ingenio personal, sino de la doctrina; no fruto de rapiña privada, sino de
tradición pública. Es una cosa que ha llegado hasta ti, que por ti no ha sido
inventada; algo de lo que tú no eres autor, sino guardián; no creador, sino
conservador; no conductor, sino conducido. Guarda el depósito: conserva limpio e inviolado el talento de
la fe católica. Lo que has creído, eso mismo permanezca en ti, eso mismo
entrega a los demás. Oro has recibido, oro devuelve; no sustituyas una cosa por
otra, no pongas plomo en lugar de oro, no mezcles nada fraudulentamente. No quiero
apariencia de oro, sino oro puro” (Commonitorio 22).
A mí
me parece muy claro, ¿a ti no?
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