Ayer escribí sobre futbol. La conversación en las
reuniones, en muchas ocasiones, deriva en este tema. Puede que no haya de qué
hablar, o simplemente gusta mucho a alguno.
Hoy he tenido un “mi partido”
de futbol en el Seminario, ya que todavía me han aceptado en un equipo. Ganamos
10-5 -¡parece “chamusca”-.
Si pensamos en el mundo que
mueve el futbol, el “deporte rey”, nos quedamos boquiabiertos: gente, dinero,
pasiones, y quizá acarree una “animalización” en algunos momentos, cuando no se
piensa en otra cosa o se exaltan de tal manera los ánimos que se pierden los
estribos.
El futbol no fue conocido por
los romanos de la antigüedad ni los hombres de la era de piedra, aunque
tuvieran algo de sentido lúdico, pues lo trae la naturaleza. Se podía vivir sin
el futbol. ¿Y, ahora, no?
No me quita el sueño un Barça-Madrid o un Rojo-Cremas,
pero sí me emociona cuando pierden los “glamourosos equipos”, a veces
orgullosos, que están siempre arriba. También me gusta mucho jugar, mientras
los años no me lo impidan. El futbol me ayuda –como otro deporte en otro
momento- a echar fuera los “malos espíritus” que a veces llevo dentro, me ayuda
a desestresarme, y prefiero ganar, ciertamente, como cualquier mortal.
¡Viva el que inventó el balón
de futbol!
De la muerte no nos vamos a salvar..por lo menos que el futbol nos salve la vida...
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