Las lecturas de estos días nos ayudan a
vivir la fiesta por la Resurrección del Señor. Supongo que se habrán fijado: los
evangelios de la Misa, que hablan de las apariciones del Señor a sus discípulos,
difieren en el tono de los trozos del libro de los Hechos de los Apóstoles que
se leen en la primera lectura (ver abajo las citas).
En los evangelios vemos a unos discípulos
miedosos, timoratos, tristones, porque, aunque Jesús había ya resucitado, no
estaba todo el tiempo con ellos, y no sabían qué actitud adoptar ante quien,
habiendo dado su vida por la redención de los hombres, tienen clara conciencia
de haberle negado y dado la espalda en la hora suprema.
En cambio, en el libro de los Hechos,
vemos a un Pedro –antes apocado- envalentonado; como dice Hch 4,13, las
autoridades judías estaban sorprendidas al ver el aplomo con que Pedro y Juan
hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Sanaban
enfermos y hablaban con autoridad, como Jesús en su paso por la tierra.
¿Cuál es la diferencia? Los relatos de los
evangelios refieren un tiempo antes de Pentecostés; los relatos de Hechos son
de después.
Necesitamos “un nuevo Pentecostés” en los
que se consideran discípulos de Cristo.
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*Evangelios de la Misa
en la Octava de Pascua. Lunes: Mt 28,8-15; martes: Jn 20,11-18; miércoles: Lc
24,13-35; jueves: Lc 24,35-48; viernes: Jn 21,1-14; sábado: Mc 16,9-15.
Primera lectura de la
Misa en la Octava de Pascua. Lunes: Hch 2,14.22-33; martes: Hch 2,36-41;
miércoles: Hch 3,1-10; jueves: Hch 3,11-26; viernes: Hch 4,1-12; sábado: Hch
4,13-21.
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