He participado hoy de la Misa exequial –y parte
de la procesión hacia el cementerio- ofrecida por Mons. Gregorio, quien
falleció el 24 de mayo pasado.
Me ha impresionado la entrega generosa de este
sacerdote que, durante casi 50 años, estuvo trabajando por ayudar a los “luqueños”.
Francamente lo conocí poco, pues no tuve la oportunidad de tratarlo casi. Pero he
escuchado los testimonios de gente que le conoció y resultó beneficiada por su
desinteresada ayuda espiritual y también material. De hecho, impulsó varios
proyectos de promoción social y humanitaria en el municipio: están convencidos
todos que gracias a él, el pueblo progresó.
Ahora bien, el testimonio de fe, aprecio y
agradecimiento que mostraron los “luqueños” fue impresionante: los
establecimientos educativos suspendieron las clases, las autoridades del orden
estaban ayudando; todo el pueblo se había volcado en asistir y ayudar. Su cuerpo
fue llevado no “a hombros”, como suele ser, sino en un “anda” de 24 hombros
cada lado. La procesión duró unas cuatro horas hasta el cementerio.
Un detalle más: el P. Gregorio había
previsto todo, incluso dispuso todo para que hubiera “pulique” –comida típica
regional- para todos al terminar el entierro.
Dios premie a Mons. Gregorio por todo el
bien que ha hecho. Ojalá los “luqueños” no olviden pronto el bien que ha hecho
por ellos y sigan sus pasos, ayudando a los más necesitados.
La canción y la letra de la siguiente
canción es de Juan Coz Asunción.
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