Hace relativamente poco tiempo, siendo testigo de la labor de los sacerdotes en las parroquias y en tantas misiones, me he recordado de aquella
escena del video “Fisher of Men” (“Pescador de Hombres”) de la Conferencia
Episcopal de los Estados Unidos: con las consideraciones de los sacerdotes se
hila la siguiente reflexión: “El sacerdote tiene que ser todo para la gente. En
los momentos más importantes de su vida eres ‘casi’ un extraño pero, porque
eres sacerdote, eres parte de sus vidas, eres parte de su familia. Lloras con
algunos y ríes con otros... Lo que una persona pasa en su vida, nosotros
podemos hacerlo en un día: en un momento te alegras con la pareja que se casa,
en otro tienes la alegría de bautizar a un niño, en el siguiente preparas un
alma para la muerte”.
Así como hemos tenido alegrías en el
Seminario, también hemos compartido la tristeza por la muerte de seres queridos
de los seminaristas. A sus familias les hemos encomendado y acompañado, en la
medida de lo posible, además de rezar por el alma de los difuntos.
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