Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de
san Pedro y san Pablo, apóstoles de Cristo, columnas de la Iglesia. Hoy debemos
rezar especialmente por el Santo Padre, sucesor de san Pedro.
La Iglesia de los tiempos apostólicos ha de
ser nuestro modelo; para vivir con fidelidad lo querido por Cristo hemos de volver
la mirada continuamente al “original”. Una Iglesia que no confió ni buscó
seguridad en lo material o en lo humano, sino en Dios.
Ésta es la reseña que el Martirologio
Romano nos presenta:
Solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Simón, hijo de Jonás y
hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo
como Hijo de Dios vivo, siendo por ello llamado Pedro. Pablo, apóstol de los
gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, en fuerza
de la fe y el amor hacia Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de
Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, sufrieron el martirio, el primero,
Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza abajo y sepultado en el
Vaticano, junto a la vía Triunfal, y Pablo fue degollado y enterrado en la vía
Ostiense. Su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración (s.
I).
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