A medida que leo la biografía de D. Álvaro
voy a mayor admiración. Estoy a punto de terminar de leer el libro de Javier
Medina Bayo, editado por Rialp, titulado precisamente “Álvaro Del Portillo”.
D. Álvaro fue un sacerdote, el más
estrecho colaborador de San Josemaría durante 40 años; después fue su sucesor
al frente del Opus Dei.
Virtudes suyas que me admiran, de buenas a
primeras, son la de su buen hacer en el trabajo ―su eficacia y
cuán “multifuncional” era; sacaba tiempo de donde los demás veían que no se podía―,
su humildad ―prefería hacer bien las cosas en quedar él oculto― y su cariño,
testimoniado por tantos.
He aquí la historia, breve, del milagro
atribuido a él, y que ha dado paso a la posibilidad de su pronta beatificación.
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