Con toda la primera lectura de hoy (Eclo
15,16-21), pero prefiero quedarme con la expresión del inicio: “Si quieres…” Y el
sentido de la expresión está expresado en todo el pasaje: una invitación al
buen uso de la libertad.
Mons. Palma arguyó sobre el tema, en su
columna de Prensa Libre, con una ocurrente y aleccionadora fábula:
“Si
logro zafarme, seré libre y feliz”, discurría un pequeño molusco de la playa
mientras luchaba contra la caparazón que por naturaleza le cubría. Y, en
efecto, tras denodado esfuerzo logró salir de su casa natural, pero cuando
quería correr y dar la noticia a los demás moluscos de que es posible
“liberarse” advirtió que su cuerpo era una masa informe e inestable, al tiempo
que terminaba presa de una gaviota que rápidamente lo engulló al no tener
ninguna defensa.
Moraleja:
lo que parece un límite a la “libertad” y a una “felicidad sin restricciones”
bien puede ser el andamiaje que preserva y ayuda a ser lo que se debe ser.
Y comentaba
un escritor: “los cristianos no somos eternos menores de edad”, eternos
adolescentes caprichosos, como diciendo que debemos ser responsables, pechar
con nuestro actuar.
¿Quieres, de verdad?
Dicen que el quetzal, ave símbolo de Guatemala, se muere si se la enjaula. |
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