Estamos en Jueves Santo. Además de
conmemorar el sacerdocio de Cristo —también en los sacerdotes— y el
mandamiento del amor, es un día especial para agradecer a Dios el gran don de
la Eucaristía y le adoremos.
Los cristianos sabemos por la fe que la
Hostia Consagrada es el mismo Cristo, Dios y hombre verdadero; que no hay
diferencia alguna entre el Hijo de Dios sempiterno, el Dios encarnado y el
Cristo glorioso a la derecha del Padre.
La oración colecta de la Misa llama a la Eucaristía
“banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la alianza”. En efecto, así
inaugura Jesús la cena pascual: “Ardientemente he querido celebrar esta pascua
con ustedes” (Lc 22,15).
Primera sugerencia: agradezcámosle a Jesús que
se haya querido quedar en su Augusto Sacramento.
Segunda sugerencia: dedicarle un tiempo
mejor a estar con Él, que para eso se ha quedado con nosotros.
Tercera sugerencia: bien preparados, que
podamos recibirle, ya que se ha hecho Pan, alimento, para que podamos comerlo,
para tener vida.
A los sacerdotes, también, ¡feliz día del
sacerdocio!
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