Llegó cierto
sacerdote al Seminario Menor, en aquel tiempo en que había Básico, en el día en
que éste cumplía años, cuarenta y dos —no
sé si ésta era la cifra exacta—. Los alumnos estaban enterados. Vino uno de los pequeñines —que
tendría unos once o doce años— y le preguntó: “¿Cuánto años cumplió, Padre?” “Cuarenta
y dos”, le contesta. Entusiasmado, el niño le comenta: “¡Cabal, la edad de mi
abuelo!”
Pueden imaginarse cómo se sintió el
padrecito en ese momento…
Hoy celebramos la fiesta de San Joaquín y
Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de nuestro Señor Jesucristo.
Confiamos en la intercesión suya sobre los abuelos, puesto que son patronos
suyos.
Yo tengo a un solo abuelo ya; se llama Clemente.
Además de tener muchos nietos, también tiene muchos bisnietos y hasta, me
parece, un tataranieto. Desde luego que le encomiendo y, cuando puedo, le
visito y platico un poco con él. Él está muy orgulloso de sus nietos.
En este día, felicito a todos los abuelos.
Son importantes en la familia —ojalá todos nos diéramos cuenta— y en la Iglesia.
Ahora que los padres, muchas veces, salen de casa a trabajar, son los abuelos
quienes cuidan a los hijos de los hijos. Es la abuela o el abuelo quienes
llevan a los nietos a la Misa y les enseñan a rezar, les enseñan a tratar y dirigirse
a Dios. Dios les bendiga también por esto.
Si quieren leer algo más sobre los santos
a quienes celebramos hoy, pueden hacerlo aquí.
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