“Tanto en la Iglesia evangélica como en
la Iglesia Católica hay gente buena”. En esto estábamos de acuerdo una señora y
yo, una señora con quien tuve la oportunidad de conversar hoy, tratando de
resolverle las dudas que me planteaba. Estaban participando de la conversación
dos hermanas, que son católicas. Pero todo fue en un ambiente muy cordial,
familiar diría yo.
Me alegró mucho que las tres hermanas, que
venían con dos niños, se llevaran muy bien. Ella, la señora “evangélica”, me
planteó su situación, su juicio sobre la Iglesia y sobre la vida cristiana.
Sin temor a escandalizar a nadie, le dije
que no deje la iglesia en la que está, pero que trate de formarse, de conocer
su fe, para mejor conocer y cumplir la Voluntad de Dios. Dios mediante, así
conocerá la Verdad y la seguirá.
Espero que esta conversación sea el inicio
de una amistad cordial y enriquecedora para ambas partes.
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