El domingo pasado celebramos a Cristo, Rey del Universo. Jesús es buen modelo de gobernante... Ojalá, quienes ostenten poder, piensen en los demás...
Aunque por debajo deslicé este pensamiento en la predicación, hablé más de la necesidad de que Cristo reine en nuestro corazón. De ahí que todo lo que no agrada a Dios, hemos de colaborar con Él para desterrarlo: odios, rencores, resentimientos, malos pensamientos, malos propósitos, perezas, envidias...
¡Cuánto trabajo tenemos en esto! Aunque, no estamos solos, porque a Él también le interesa nuestra lucha.
Pero quiere reinar en nuestro corazón si nosotros le dejamos, nunca quiere obligar.
Aunque la figura del rey ahora está muy ofuscada -no hay modelo de rey como para compararlo con Cristo-, nos sirve para formular el propósito de no servir sino a sus propósitos.
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