El misterio de la vida -misterio que se ilumina en Dios- no deja de sorprender. Estos días he estado pensando en la Ordenación próxima de los cuatro diáconos de nuestra Diócesis, que se llevará a cabo el sábado próximo en Patzún. He estado muy ilusionado pensando en la ceremonia y las posibilidades. Los planes de antes y después de este acontecimiento estaban sobre la mesa, tratando de aprovechar al máximo el tiempo que tenemos.
Pero también nos hemos enterado por la mañana del fallecimiento del P. Guillermo de Paz ("Sagas", para sus compañeros y amigos), sacerdote exalumno de nuestro Seminario (Menor y Mayor) y miembro del Clero del Vicariato Apostólico de Izabal.
El P. Guillermo fue un gran amigo, hombre humilde y trabajador, servidor de los fieles en donde lo pusieran. Murió "con las botas puestas", dirían algunos, pues trabajó todo el tiempo en su corto ministerio. Dios habrá recibido con agrado su entrega. ¡Descanse en paz este amigo sacerdote!
"Unos vienen y otros se van..." Así es la vida. Pero cada vez me convenzo más de que hay que aprovechar el tiempo para lo que de verdad vale, lo que agrada a Dios.
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