El buen samaritano (1838), de Pelegrí Clavé i Roquer |
En su último discurso, pronunciado el 3 de abril de 1968, describió el camino de Jerusalén a Jericó de la siguiente manera. Valga como contexto para leer y entender algo más la parábola. Dice:
Recuerdo cuando la señora King y yo estuvimos por primera vez en Jerusalén. Alquilamos un automóvil y fuimos de Jerusalén a Jericó. Y tan pronto como llegamos a ese camino le dije a mi esposa: «Puedo ver por qué Jesús usó esto como el escenario de su parábola». Es un camino sinuoso, serpenteante. Es realmente propicio para emboscar. [...] Ese es un camino peligroso. En los días de Jesús, vino a ser conocido como el «sendero sangriento». Y usted sabe, es posible que el sacerdote y el levita miraran por encima del hombre tirado en el suelo y se preguntaran si los ladrones todavía estaban en los alrededores. O es posible que ellos sintieran que el hombre en la tierra sólo estaba fingiendo, que estaba actuando como si le hubieran robado y herido con el fin de capturarlos, de atraerlos para una incautación rápida y fácil. Y así, la primera pregunta que el sacerdote se hizo, la primera pregunta que el levita se hizo fue: «Si me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué me va a pasar?» Pero luego, el samaritano vino a él. E invirtió la pregunta: «Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué va a pasar con él?»
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