Hoy ha habido abundante trabajo pastoral: tres Misas por la mañana en mi pueblo de origen, algunas conversaciones, la bendición de un grupo juvenil que estaba de aniversario de fundación, el almuerzo de fiesta con unos familiares... Al final de la tarde, Confesiones abundantes en Ciudad Cayalá, en donde ayudo con cierta frecuencia.
En la tercera Misa que me tocó celebrar hoy, bendije a un nuevo grupo de acólitos de la parroquia, simpatiquísimos muchachitos que están dispuestos a ayudar al sacerdote en la celebración de la Santa Misa. Después de bendecirles a ellos y sus vestiduras, sus papás los revistieron. Me recordó el rito de ordenación y el revestimiento de los clérigos. Les dije a sus papás que rezaran por sus hijos, para que sean buenos cristianos, y quizá alguno sacerdote.
Alegremente, al sacerdote nunca le va a faltar trabajo, si quiere trabajar.
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