Obviamente, éste no es el laico ni tampoco son calles de Chicago. |
¿Y qué descubrió? Comenta Chierella que en una hora descubrió que "el traje del sacerdote era el uniforme más exigente [...]. Es fácil colocarse una sotana, pero no es fácil llevarla, en absoluto".
Decía que a nadie con quien se encontraba por la calle dejaba indiferente: detenían su conversación, establecían contacto visual, le hacían una reverencia, lo tocaban... Pero muchos indigentes se le acercaban a pedirle una bendición y/o ayuda.
Les recomiendo leer el pequeño artículo. Recemos por los sacerdotes. Y yo, seguiré poniéndome mi "uniforme".
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