Iba con expectativa de lo que me podría encontrar. Me habían dado cierta información sobre la parroquia y su gente; yo iba con espíritu abierto, a tratar de ayudar en lo que pudiere.
Celebré allí la Santa Misa del Domingo de Ramos. Luego, volví el Miércoles Santo para confesar en horas de la tarde y celebrar la Santa Misa. La jornada de Confesiones terminó a las diez de la noche. Aunque un poco cansado, estaba muy contento de ayudar de esta manera.
Este día, hasta el Domingo de Resurrección, conté con la compañía y la ayuda de Elmar y José Alexander, seminaristas de la Diócesis de Sololá. Fue, en verdad, una gran ayuda, porque ellos prepararon varias cosas, y el Padre se dedicó a lo exclusivamente sacerdotal y a la oración, por lo que disfruté y viví bien las celebraciones.
El jueves y el sábado santos durante la mañana visitamos enfermos y ancianos. En total fueron alrededor de cuarenta, todos muy agradecidos de la visita. En los actos litúrgicos del Santo Triduo Pascual hubo gran participación de feligreses, muy atentos y contentos de celebrar la Semana Santa. Con devoción, participamos también de las procesiones.
Personalmente, me sentí como en casa, no sólo por la sencillez de su gente, sino porque la cultura y la lengua son similares a las de mi pueblo Patzicía. Con confianza me dirigí a la gente en kaqchikel, cuando iba por las casas saludaba y, cuando había oportunidad, platicaba en nuestra lengua materna.
Dios bendiga a los feligreses de Santa María Cauqué. Gracias por hacernos participar de su fe y de su cultura. Gracias también al P. Víctor por la oportunidad concedida.
Fachada de la iglesia de Santa María, que se divisa desde la carretera cuando uno pasa cerca. |
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