Hemos comenzado la Cuaresma 2018, la hemos comenzado con ese rito simbólico de la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas.
Entre otras cosas, este rito me recuerda que debo esforzarme en ser coherente, que debo luchar para que mis actitudes sean un reflejo de lo que llevo en el corazón. Eso es lo que me recuerdan las lecturas de la Misa de ayer (Jl 2,12-18; Mt 6,1-6.16-18). Fue un peligro para los israelitas, un peligro para mí y para todos.
Sí, vienen esos actos tan encantadores de la Cuaresma, pero no puedo quedarme sólo en los ritos y seguir igual mi vida.
Con estos propósitos comienzo la Cuaresma. Que la ceniza de ayer en mi cabeza me ayude a caer en la cuenta de ello.
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