«Despacito y buena letra: / hacer las cosas bien / importa más que el hacerlas» (A. Machado)
miércoles, 27 de enero de 2010
Me voy de curso de retiro
lunes, 25 de enero de 2010
De perseguidor de la Iglesia a Apóstol de los gentiles
“Éste me es un instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre” (Hch 9,15s.). Éstas fueron las palabras que oyó Ananías sobre Pablo.
Un perseguidor que cambió en ser el más ferviente defensor y predicador de Jesucristo.
Uno de los aspectos de la vida de Pablo que me impresiona sobremanera es lo que sufrió el Apóstol en nombre de Cristo. Es más, amó ese sufrimiento. “¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó” (Rm 8,35.37).
Otro aspecto es su tozudez santa con tal de ganar almas para Cristo. Ese celo, que ya tenía antes de conocer a Cristo, le movió a evangelizar a los paganos, evangelizar los lugares más remotos, incluso quería llegar al confín de la tierra (cfr. Hch 15,24).
Pero, sobre todo, me impresiona cuánto puede hacer alguien que es humilde (alguien capaz de cambiar) y es fiel a lo que Dios quiere. Sin duda que tenía grandes dones, pero lo principal es que fue fiel a la gracia de Dios.
domingo, 24 de enero de 2010
La lectura de la Palabra de Dios
Las lecturas de la Misa (cfr. Ne 8,2-4ª.5-6.8-10; Sal 18,8-10.15; 1Co 12,12-14.17; Lc 1,1-4; 4,14-21) nos presentan a tres personajes, uno es más que un personaje: Esdras, Jesús y Pablo. Los dos primeros proclaman la Palabra de Dios, y el tercero escribe, consciente de hacerlo de parte de Dios. ¿Qué lee Esdras? Lee el libro de la Ley. Jesús, lee el libro del profeta Isaías.
Y los destinatarios de la lectura de la Palabra de Dios, ¿quedaban indiferentes? No. Del libro de Nehemías hemos escuchado que los levitas leían y explicaban la palabra y su sentido, y todos comprendían la lectura (comprender conlleva también llevar a la práctica). Según san Lucas, todos tenían los ojos fijos en Jesús y le mostraban su aprobación.
Si la Biblia fue escrita para sostenernos en la fe, ¿cómo la apreciamos y la acogemos? Una de las mejores formas de agradecerle a Dios que se nos revelara es leer esta Su Palabra. Allí nos transmite Su Voluntad. ¿Cuánto tiempo diario le dedicamos a leer la Biblia, los evangelios? ¿Nos cansa o aburre hacerlo unos pocos minutos? ¿Le pedimos al Espíritu Santo que nos ilumine al hacerlo?
Una cosa más: la proclamación de la Palabra de Dios en la celebración litúrgica es más perfecta, actualizante. Dios nos habla allí.
sábado, 23 de enero de 2010
Convivencia con el Arzobispo de Pamplona
Es que hoy, los sacerdotes de diversos rincones de la tierra que estudiamos en esta Facultad de Teología de Pamplona, tuvimos un encuentro con el Arzobispo, en el que el centro fue la celebración eucarística concelebrada por alrededor de cincuenta sacerdotes. Muy animado, D. Francisco departió luego un “tentempié” con los que asistimos, tomándose fotos con medio mundo y saludando y bromeando con todos. Además, por supuesto, visitamos el tesoro de San Fermín, patrono de Pamplona, capilla en donde concelebramos la Eucaristía.
viernes, 22 de enero de 2010
El ecumenismo
Hace ya más de un siglo desde que comenzó esta conciencia de la unidad necesaria de los cristianos, testimonio necesario para evangelizar. La verdad es que es un sentimiento acuciante el pensar que somos tantos los seguidores de Cristo, pero que a veces estamos tan divididos.
Me recuerdo de aquel teólogo ortodoxo que dio una ponencia en la Facultad de Teología –me contaron la anécdota–. Cuando fue cuestionado sobre la vuelta de los ortodoxos a la unidad con la Iglesia Católica, dijo sin ambages que era prácticamente imposible. El padre J. L. simplemente estaba abrumado por respuesta tan simple pero tan desalentadora.
¿Será, de verdad, im-po-si-ble? Si confiáramos en nuestras fuerzas, desde luego que lo sería, porque no hay quien ponga de acuerdo a los hombres, ni siquiera a los hermanos. Pero como es un don –que hay que implorar de rodillas continuamente, y para Dios no hay imposibles–, sí se alcanzará la tan ansiada unidad.
¿Qué has rezado y/o has hecho por la unidad de los cristianos durante este Octavario?
jueves, 21 de enero de 2010
Jornada Académica en la Facultad de Teología
Hemos tenido la suerte de participar de una jornada académica titulada “el sacerdocio ministerial en la misión de la Iglesia”, en este año sacerdotal que ya va muy avanzado.
Participaron teólogos de la talla de Francisco Mateo Seco, Pedro Rodríguez y Félix Arocena por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra; Santiago del Cura y Mons. Rafael Zornoza, que vinieron de fuera.
Los ponentes coincidieron en recalcar la fundamentación teológico-cristológica del sacerdocio, clave para entender el ministerio del sacerdote. El carisma sacerdotal es conferido en el sacramento del Orden, lo que le salva de considerar ese carisma como algo meramente funcional o un “encargo” ad tempus (por un tiempo).
Otro punto recalcado en las ponencias es la primacía de la consagración (ser sacerdote) sobre la misión (trabajar como sacerdote), aunque son inseparables. Uno no es sacerdote por lo que hace sino porque ha recibido el sacramento del Orden.
La sesión de preguntas posterior fue aún más interesante, porque estas preguntas son más directas a intereses de los oyentes.
Bueno, aunque aparezca un “tostón” leer estos pequeños párrafos, me parecía conveniente reseñarlo y compartirlo.
Un saludo.
miércoles, 20 de enero de 2010
Católicos, regresen a casa
En el octavario de oración por la unidad de los cristianos...
La belleza de la Iglesia resulta evidente cuando se tiene fe. Cuando no se la tiene, es un poco más difícil vislumbrarla.
Algunos, obnubilados por fijar la mirada sólo en lo que se les presenta sin trascender lo meramente visible, se han alejado de la Iglesia, ya sea por el poco fervor y el abandono de la fe o ya sea porque se pasaron a otra religión o a una secta.
Como toda familia, sus miembros tienen defectos. Así también la Iglesia. Pero los lazos de la fe nos unen y nos reclaman. Oigamos y veamos atentamente el siguiente video.
martes, 19 de enero de 2010
La paciencia
Seguimos en el Octavario de oración por la unidad de los cristianos.
Una de las virtudes humanas que hemos de practicar todos es la paciencia. Y su práctica es muy importante en el ecumenismo, en el afán de buscar la unidad en la Iglesia. Aunque no es la única virtud necesaria ni es la principal, es necesario practicarla.
“El que sabe ser fuerte no se mueve por la prisa de cobrar el fruto de su virtud; es paciente. La fortaleza nos conduce a saborear esa virtud humana y divina de la paciencia. Mediante la paciencia vuestra, poseeréis vuestras almas (Lc XXI, 19). La posesión del alma es puesta en la paciencia que, en efecto, es raíz y custodia de todas las virtudes. (…) Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo” (AD 78).
Paciencia en el trato, paciencia en el diálogo… Sabiendo que se tiene la verdad, no hemos de desalentarnos ante la "tozudez" del prójimo, que se cree en la verdad, porque queremos el bien del alma de ese prójimo y de todas las almas. ¿Quién no recuerda la frase atribuida a Santa Teresa: "la paciencia todo lo alcanza"?
lunes, 18 de enero de 2010
Octavario de Oración por la unidad de los cristianos
El día 18 de enero comienza el tradicional Octavario de Oración por la unidad de los cristianos, octavario que antecede a la fiesta de la Conversión del apóstol Pablo.
Como indicaba el Papa Benedicto XVI hace un año, a la consecución de la unidad de la Iglesia, auténtico don de Dios, antecede la conversión, tanto a nivel comunitario como a nivel personal, ésta antes que aquella. Así lo dice el Papa: “La conversión implica dos dimensiones. En el primer paso se conocen y reconocen a la luz de Cristo las culpas, y este reconocimiento se transforma en dolor y arrepentimiento, en deseo de volver a empezar. En el segundo paso se reconoce que este nuevo camino no puede venir de nosotros mismos. Consiste en dejarse conquistar por Cristo. Como dice san Pablo: "Me esfuerzo por correr para conquistarlo, habiendo sido yo también conquistado por Cristo Jesús" (Flp 3,12)”; así, pues, esta conversión es un verdadero don que sólo se consigue con la oración.
¿Qué tal rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria al Padre, por lo menos, por esta intención de la unidad de los cristianos?