Me he enterado, de rebote –y supongo que ya oficialmente–, que habrá ordenaciones diaconales en Sololá, en la fiesta del Santo Hermano Pedro (24 de abril). Se ordenarán ocho. Además de felicitarles porque ven ya expedito el camino para ese día, también les encomendamos.
Los que serán ordenados han terminado hace poco la etapa de formación institucional. Son como pollitos recién salidos del cascarón. Están en parroquias o están ayudando en la formación; comenzando, en fin, la aventura de lo que se llama “pastoral”.
Un poco de miedo les ha de dar, porque no buscan ni buscarán escalar puestos, no buscarán gestar o agrandar un patrimonio personal, no buscarán cumplir con aspiraciones personales –estrictamente “personales”–, sino que se les confiará al Señor en la Eucaristía y se les encomendarán almas. ¡Nada menos...!
Por eso les encomendamos, para que estén a la altura, a la altura de Cristo.
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Por otro lado, un recuerdo por las 192 víctimas del atentado terrorista en la estación de Atocha, en Madrid. Hoy se han cumplido seis años de ese triste suceso.
Además de encomendar a esas almas, también reivindicamos a gritos que la violencia nunca es camino para alcanzar nada, menos una sociedad fraterna y justa. Tantas veces lo proclamó Juan Pablo II: “la violencia genera más violencia”; siembra vientos y cosecharás tempestades...
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