A principios de mes, el diario La Razón traía la noticia del recién concluido sínodo anglicano y sus conclusiones. Una de ellas consiste en que ninguna parroquia y ninguno de sus miembros en Inglaterra podrá negarse a ser confirmado por una “obispa” ni rechazar a un sacerdote por haber sido ordenado por una mujer.
Hay dos circunscripciones anglicanas, con un poco más de doscientas parroquias, que no aceptaban mujeres sacerdotes. Ha sucedido en la historia de la Iglesia anglicana, también en la reciente, que muchas personas se convierten al catolicismo, pero ahora ha habido conversiones en grupos. Hay figuras jurídicas que facilitan este deseo.
Son hijos de la Iglesia que, por diversas razones, quieren volver a la Iglesia. Desde luego que ella los recibe con los brazos abiertos. Quizá en ciertos países notamos poco o nada su presencia; en otros sí. Hemos de recibirles con alegría y eficaz fraternidad para que no se sientan extraños en su misma casa.
Dios escribe recto con renglones torcidos. Las decisiones de los dirigentes anglicanos ayudan a la unidad de la Iglesia.
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