He aprendido que he de rezar por un aumento de vocaciones sacerdotales y religiosas para la Iglesia universal y en mi diócesis, pero también he estado pidiendo porque aumenten aquí también en el sitio en donde estoy.
El otro día le oía comentar a dos sacerdotes que hay muchos jóvenes -en el ámbito universitario y en los colegios- que, en afán altruista, se apuntan a un voluntariado en países necesitados. Dedican tiempo, esfuerzo y dinero para ayudar. Desde luego que es loable y ojalá lo sigan haciendo, y no sólo "para hacer turismo barato". Sin embargo, reparaban estos sacerdotes, hay quienes se apuntan a ello para tranquilizar la conciencia, pues están llamados a algo más grande.
Los días anteriores me dejó boquiabierto una noticia que venía en el Diario: ¡en cinco años, se han muerto nada más y nada menos que cien sacerdotes en Navarra! Es mucho. En cambio, se han ordenado unos pocos. A este ritmo, quién quedará aquí.
Estos días, que la Liturgia nos ofrece la oportunidad, he estado celebrando la Misa por las vocaciones a las órdenes sagradas, pidiendo también por las vocaciones navarras, porque ahora "formo parte" del clero navarro, teniendo fe en que, aunque de la piedras, Dios sacará vocaciones.
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