Termino agradecido y feliz estas pocas semanas en Valdemorillo, ayudando en la parroquia. Ha sido una experiencia gratificante.
Hace algunos días una mujer me pidió que rezara por una intención: necesitaba urgentemente conseguir trabajo. Estaba muy pero muy preocupada. Le prometí que la encomendaría en la Santa Misa y en mis oraciones. Lo he hecho concienzudamente.
Ayer, al despedirme de ella, me dice: “Gracias, Padre, por todo. Gracias a Dios comenzaré a trabajar el 1 de septiembre. Ahora seré muy devota del Papa Juan Pablo II” –le había dado una estampa del Papa con la oración para la devoción privada y le había rezado por su trabajo–.
Efectivamente, para que se den los milagros hace falta fe, mucha fe.
¿No es un milagro…? ¡Si hay tantos parados (sin trabajo) en España!