Una lectura tan rica para comentar es la que nos propone la Liturgia este Domingo, la del ciego de nacimiento, narrada por el evangelista Juan (c. 9). Ya se habrán encargado los sacerdotes, a los que les hayan escuchado la homilía, de sacarle abundantes enseñanzas: por ejemplo sobre Cristo-luz del mundo, sobre la fe, sobre el juicio de las personas, sobre la ceguera involuntaria y la voluntaria, etc.
Un dato quería comentar brevemente: el de la situación de los primeros cristianos en la época de la escritura del Cuarto evangelio. En Jn 9,22 leemos: “Sus padres [los del ciego de nacimiento] dijeron esto (cfr. vv. 20-21) porque tenían miedo de los judíos, pues ya habían acordado que si alguien confesaba que él [Cristo] era el Mesías fuese expulsado de la sinagoga”.
En la lectura del libro de los Hechos nos cercioramos de que los cristianos provenientes del judaísmo todavía asistían a la sinagoga e iban al templo. Se distinguían poco. Sin embargo, a finales del siglo I, los judíos acordaron, en la famosa asamblea judía de Jamnia (hacia el año 85 ó 90), que debía expulsarse a los cristianos. Éste es el ambiente que refleja el evangelio según san Juan. En tres ocasiones remarca el autor este hecho; véanse las siguientes citas: Jn 9,22; 12,42; 16,2.
No será la primera persecución. Ojalá fuéramos y nos tratáramos todos como hermanos. Hemos de dar ejemplo primero los cristianos, ciertamente.
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