Hace un siglo, no había ni televisión ni radio. ¿Qué hacían las gentes en los pueblos sin “disco” ni bocinas (altavoces) sonando a retumbos? Entonces había más tiempo para platicar. Los ambientes –se quejan los abuelos ahora– era más sano. No quiere decir que no haya habido avances, en el sentido positivo.
Lo cierto es que ahora hay poco tiempo para todo, hay poco tiempo para todas las cosas que quisiera hacer; y puede que hayamos caído en el peligro de trocar la jerarquía de valores, y haya escaso o nulo tiempo para lo que de veras importa.
“No tengo tiempo para la oración pero tengo tiempo para jugar”. De ahí que algunas gentes “sencillas” hayan satanizado el futbol y los demás juegos.
La gente tiene miedo al silencio. A veces prende la televisión o la radio sin prestarles atención, sólo para sentirse psicológicamente “acompañada”. ¡Y Dios está tan cerca de mí si lo llamo! Le decía, con cierta sorna a alguien, que ¡la Confesión es una magnífica terapia psicológica!
No hay comentarios:
Publicar un comentario