Hoy celebramos la memoria de los Santos Ángeles Custodios, aunque no podamos celebrarlo litúrgicamente. A ver si te has planteado alguna vez estas preguntas:
El ángel de la guarda, ¿es hombre o es mujer? ¿Tiene color? ¿Tiene, en verdad, alas, como nos lo pintan? ¿Se puede desplazar en el espacio, sin tener un cuerpo como el nuestro? ¿Cuándo nació? ¿Tiene un nombre? ¿Cuán poderoso es? ¿Alguna respuesta? Pincha aquí.
Son preguntas legítimas, pero quizá podrían ser producto de curiosidad. Aunque, les confieso, no me gusta esa representación un tanto afeminada del ángel custodio, quizá pintados así por su bondad y su “espiritualidad”, pero que están lejos de la realidad.
Me sugerían, hace poco, esta siguiente consideración. ¿Se acuerdan de aquellos demonios, que se llamaban Legión porque eran muchos, de los que habla el evangelio. Con el permiso de Jesús se metieron en los cerdos que se precipitaron acantilado abajo y se ahogaron. ¡Cuánto horror tenían aquellos conciudadanos que presenciaban los espectáculos del endemoniado!
Ahora bien, ¿cuán fácil lo tendría el demonio de hacer y deshacer en nosotros su obra maligna si el ángel custodio no nos defendiera? Si no lo estuviera, estuviéramos desprotegidos. ¿Acaso no se le debe al ángel de la guarda una protección impresionante que el Demonio no puede con él y nos tiene los días en paz? El que pasemos los días tranquilos, sin sobresaltos, será porque tenemos un ángel que nos ayuda.
El ángel de la guarda es tu amigo, tu protector, alguien dedicado a tu exclusivo cuidado. ¡Trátale!
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