sábado, 2 de octubre de 2010

Los Ángeles Custodios




          Hoy se cumplen 82 años de que Dios haya inspirado en el corazón de San Josemaría la fundación del Opus Dei, institución de la Iglesia que promueve la llamada universal a la santidad y al apostolado. Encomendamos a sus miembros y sus apostolados.
          Fue, efectivamente, en la fiesta de los Santos Ángeles Custodios, a quienes San Josemaría tuvo gran devoción. Cuando hay algo tan bien explicado, es mejor cederle el sitio y no hacer carantoñas para transmitir lo que bellamente enseña. Por eso, transcribo lo que escribe D. Luis de Moya en su página, que también les invito a visitar pinchando aquí. Por cierto, me gusta especialmente lo de tomar como confidente y "ayudante" -en todo lo que haga falta, incluso en lo más pequeño- al Ángel Custodio. Me recuerdo de la cara de sorpresa de aquella amiga cuando le conté algunas cosas en las que me había ayudado mi Ángel Custodio.  Esto escribe D. Luis de Moya para esta fiesta.

         En Camino, la segunda de sus publicaciones, que sintetiza buena parte del espíritu que Dios le pidió transmitir, se recogen bastantes referencias a la acción angélica en la vida de los hombres. Son textos, todos ellos, apoyados en la experiencia de su propia vida o en la vida de las personas con que trató en los años treinta y antes. Escribe, por ejemplo: Ten confianza con tu Ángel Custodio. —Trátalo como un entrañable amigo –lo es– y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día.
          Las historias ya publicadas de la vida del Fundador y de los primeros momentos del Opus Dei, recogen no pocas veces ejemplos concretos de la acción de los ángeles en su quehacer ordinario y en su apostolado. Aconsejaba, por ejemplo: Gánate al Ángel Custodio de aquel a quien quieras traer a tu apostolado. —Es siempre un gran "cómplice". Y en otro momento: Si tuvieras presentes a tu Ángel y a los Custodios de tus prójimos evitarías muchas tonterías que se deslizan en la conversación.
          Y es que san Josemaría consideraba a los ángeles más próximos y activos que lo que pueden serlo los propios hombres. Te pasmas –declara– porque tu Ángel Custodio te ha hecho servicios patentes. —Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti. En este sentido, como es ya sabido, llamaba el Fundador a su custodio "El relojerico", aludiendo a que muchas veces le había puesto en marcha su viejo reloj, en momentos en que no disponía de lo imprescindible para encargar su reparación.
          En todo caso, se apoyaba en la protección angélica, con una singular confianza, y no sólo para la solución de problemas materiales: Gustosamente –afirma– harían su oficio los Santos Ángeles Custodios con aquella alma que les decía: "Ángeles Santos, yo os invoco, como la Esposa del Cantar de los Cantares, 'ut nuntietis ei quia amore langueo' —para que le digáis que muero de amor". Pues conviene no olvidar que somos, los ángeles y los hombres, criaturas del único Dios, llamados a la existencia para su gloria. Ellos nos preceden en la Bienaventuranza y comprenden por tanto como nadie la grandeza de nuestro destino y que lo alcanzamos únicamente por libre decisión de amor. Nos conviene, por consiguiente, fomentar con ellos un trato confiado y habitual, como se tiene con el cómplice o el aliado, que nos ayuda desde "dentro", pues está interesado en nuestro mismo objetivo.
          Si en tiempos de los Patriarcas no era infrecuente la relación de los hombres con los ángeles, en la época apostólica debía ser algo habitual: Bebe en la fuente clara de los "Hechos de los Apóstoles" –leemos en Camino–: en el capítulo XII, Pedro, por ministerio de Ángeles libre de la cárcel, se encamina a casa de la madre de Marcos. —No quieren creer a la criadita, que afirma que está Pedro a la puerta. "Angelus eius est!" —¡será su Ángel!, decían.
          —Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos.
          —¿Y tú?

          ¡Reina de los Ángeles!, aclamamos a Santa María, Madre nuestra; para que, con ellos, unidos a la Madre de Dios, nos sintamos seguros en nuestra marcha de cada día hacia la casa del Padre.

1 comentario:

  1. Que alegría poder celebrar esta fiesta en muchas, muchas partes del mundo y con diversas personas de distinta ocupacion, que día tras día buscan a Dios en lo ordinario.
    gracias.

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