Estas conversaciones que siguen son, francamente, graciosas y simpáticas, ocurrentes. Los niños son sinceros, dicen lo que piensan; son inocentes en sus conversaciones.
- Mi nieto me llamó el otro día para desearme un feliz cumpleaños. Me preguntó qué edad tenía y le dije que había cumplido 62 años. Mi nieto se quedó pensativo por un rato y entonces me preguntó: “¿Tú comenzaste desde 1?”
- No sabía, dice una abuela, si mi nieta ya había aprendido a reconocer los colores, por lo que decidí comprobarlo. Entonces le iba señalando cosas y le preguntaba de qué color eran. Así, durante un rato, siempre contestando correctamente, hasta que, yendo hacia la puerta, me dijo: “Abuela: yo creo que tú puedes reconocer esos colores por ti misma”.
- Cuando mi nieto me preguntó qué tan viejo era yo, bromeando, le dije que no estaba muy seguro, a lo que me respondió: “Mira la etiqueta de tus calzones, abuelo, en el mío dice de 4 a 6 años”.
- El abuelo llama y el nieto contesta el teléfono. Bromeando con él le pregunta: “Hola, ¿sabes quién soy?” El nieto corre gritando: “Mamá: el abuelo está al teléfono y no sabe quién es...”
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