En una conversación de ayer, hablando de
la importancia de la lectura, especialmente a la lectura de libros de
espiritualidad, mi generación fue titulada “de transición”. En efecto, si nos
servimos ya de los avances tecnológicos para leer y trabajar (y para la lectura
de libros, nos servimos de las ya obsoletas “palm”), todavía nos tienen
enamorados los libros: la portada, regularmente una buena ventana que nos asoma
al contenido, palpar el material con que están hechas las hojas –es un goce
pasar la página de un libro, no sólo por la satisfacción de haber leído una
página sino también el sonido que produce el roce-, la forma de las letras que
ahora se cuida más para facilitar la lectura y, por supuesto, y en definitiva,
la riqueza de conocimiento que nos transmiten.
Pues, sí: me gusta ser un miembro de esta
generación “de transición”, que se sirve de los avances tecnológicos, pero le
gustan más los libros.
Y a ti no te pregunto si eres parte de
esta generación “de transición”, sino si te gustan los libros. Ojalá sí.
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