Mientras caminaba por un pasillo, me
encontré a una señora, a quien oí exclamar:
“¡Un sacerdote...!, ¡...en un hospital...!”,
y se persignó...
No sé si le sugirió la idea de que alguien
se estaba muriendo en el hospital, pero al menos se recordó de algo más allá de
lo meramente humano.
Aunque a algunos les moleste el traje
sacerdotal –no se pide más que un alzacuellos y un cierto porte sacerdotal,
digno, por supuesto-, ayuda a muchas personas a recordarse de Dios.
Total..., ¿para qué es un sacerdote?
Muy bueno. De mis pocos años de vida sacerdotal cada vez estoy convencido que es cuestion de madurez para asumir con aprecio lo que supone ser sacerdote y vencer todo temor para reflejar la identidad sacerdotal.
ResponderEliminarPues si, si el sacerdote no sirve para acercar a Dios, no sirve para nada.
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