domingo, 10 de junio de 2012

En el Corpus Christi



     Con regocijo y algarabía hemos celebrado el Corpus Christi, celebración tan arraigada en nuestros pueblos, vivida con las características propias de nuestros pueblos indígenas.
     Me vino a la cabeza la forma en que lo celebraba en Concepción, cuando atendía este pequeño pueblo indígena en mis primeros años de sacerdote: en la procesión, con la “alfombra” que formaban con hojas de pino y flores a lo largo del recorrido, las mujeres ponían sobre esta alfombra, al paso del sacerdote que lleva a Jesús en la Custodia, el “sute” –prenda que se ponen para cubrir la cabeza, parte de su atuendo, para los eventos “oficiales”-. Esto duraba todo el camino.
     Qué bien han aprendido a ver en la Eucaristía al mismo Dios humanado. Es una piedad recia y llena de fe en la Presencia Real de Jesús en las Especies eucarísticas.
     De semejante manera lo he vivido hoy con el pueblo sololateco.
     Esta fiesta nos ayuda a considerar este milagro continuo de la presencia real de Jesús entre nosotros –prometió: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”-, y agradecerle esta presencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario