Una de las sesiones del Encuentro de
Formadores, en el que estoy, ha sido como una terapia... Nos han puesto a
recordar nuestros tiempos de formación, es decir, de cuando estuvimos en el
seminario, y recordar qué cosas ayudaron y qué cosas no ayudaron a nuestra
formación.
Desde luego, hay tantas, pero tantas cosas
para dar gracias, por haber vivido ese tiempo en el que nos tocó formarnos,
tanta gente buena que “nos echó la mano”.
He tomado la foto que pongo ahora con
exalumnos del Seminario de Sololá. Aunque pasaron unos años antes que yo, les
conozco, y ahora estamos en la misma empresa de la formación de los futuros
sacerdotes.
Hermosa tarea la que tienen entre manos ¡Que la vivan con pasión, dedicación y humildad! Una alegría ver a tan grandes amigos.
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