Aprovechando
un poco de tiempo, decidí ir a casa, con mis papás, ayer por la tarde. Sin embargo,
cuando llegué me encontré con que mi abuelo estaba interno en la Clínica, pues
había sufrido una afección fuerte. De hecho, estaba en coma.
Mi
mamá me informó que habían ido al párroco, el P. Emilio, para que viniera a
darle la Unción, pues no sabían que yo llegaría a casa. Al fin, coincidimos los
dos, pues justo llegó el P. Milo. Me tendió los santos Óleos mientras me dijo: “¡Unja
a su abuelo!” Así lo hice inmediatamente.
Hoy
fui temprano a ayudar a un sacerdote vecino con las Misas dominicales y las
Confesiones. A las ocho celebré la Santa Misa; aproveché la oportunidad para
encomendar a mi abuelo y pedirle a los feligreses que nos ayuden con su
oración.
Cuando
volví a casa, pasado el mediodía, me dijo mi mamá con emoción que el abuelo
había vuelto en sí, que hacía un rato había empezado a mejorar un poco.
¿Relación
con la Misa y las oraciones? No lo dudo. Dios sabrá, ciertamente, lo que venga,
pero tengo la confianza en que nunca nos deja solos.
Ruego
sus oraciones, por favor, por este “mi” enfermo.
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