De izq. a der.: Juan, Diego, Mons. Gonzalo y Antonio. |
Llevo dos días sin escribir. Al final del
día, después de atender varios asuntos propios de mi labor sacerdotal, no
quiero dejar la oportunidad de escribir.
En el blog del Seminario hemos recogido la
noticia de lo que vivimos ayer: el Ministerio de Acólito conferido a Juan,
Diego y Antonio, alumnos del último año de Teología en nuestro Seminario.
El acólito es instituido con un ministerio
previo al Orden Sacerdotal. Con esta institución, al candidato al sacerdocio se
le invita “a participar de un modo peculiar en las celebraciones litúrgicas de
la iglesia, de cuya vida es cumbre y fuente la Eucaristía (…). A los acólitos
se les confía la misión de ayudar a los presbíteros y diáconos en su
ministerio, y distribuir, como ministros extraordinarios, la Sagrada Comunión a
los fieles, incluso llevarla a los enfermos” (Del ritual de la institución de Lectores y Acólitos).
El rito consistió en ser convocados
nominalmente después del evangelio y antes de la homilía. Después de la homilía
del Obispo, ha venido el resto del rito: la oración de bendición de los nuevos
acólitos y la entrega de la patena con el pan.
Sus compañeros, lógicamente de años
anteriores, al igual que los formadores, hemos seguido con emoción el rito. El Obispo,
entre muchas cosas, les decía que dentro de tres meses estarían terminando su
formación institucional. En efecto, vendrá luego otra etapa en su vida, la
etapa del servicio directo en conformidad con las indicaciones precisas del
Obispo en bien de los feligreses.
Pero, dirán ellos, habrá que terminar bien
con esta etapa de formación; entre sus muchos quehaceres, todavía hay clases y
exámenes qué librar… Atareados, pero contentos, están nuestros amigos. ¡Muchas
felicidades por este paso!
No hay comentarios:
Publicar un comentario