La imagen es meramente ilustrativa. |
Hoy he celebrado la Santa Misa por el alma
de una niña de apenas dos meses de nacida. Pueden imaginarse el dolor de los padres,
no sólo naturalmente por ser su hija sino, como me llegué a enterar, era la
primera hija que tenían.
Traté de
razonarles que todos, al nacer, somos queridos por Dios y que tenemos una
misión. Pero, con tan escaso tiempo de vida, podríamos preguntarnos cuál era la
misión de esta niña que murió teniendo tan sólo dos meses.
Ciertamente no he
profundizado el tema agudamente, pero podríamos proponer unas líneas que nos
ayuden a entender.
- La existencia
de toda criatura da gloria a Dios; también la de esta niña.
- Su existencia
evidencia el amor de los esposos, pues, los niños son, deberían ser, fruto de
su amor.
- Su existencia
ha hecho feliz a los padres, cuando ha aparecido entre ellos. Ha colaborado,
también a que se unan más, a que su amor sea más sincero y real, además de
sacrificado.
- Además de otros
argumentos que ustedes podrían aportar, es ejemplo de cómo la vida terrena, que
es hermosa, también acaba.
He acompañado a
los papás y les he encomendado, pues los conozco y me apena su dolor. Dios sea
ahora su fortaleza.